The Ballad of a Small Player: el nuevo golpe de suerte de Netflix

The Ballad of a Small Player es el gran estreno de Netflix de esta semana. Dirigida por Edward Berger, el mismo que ganó cuatro Oscar con “Sin novedad en el frente”. Esta vez cambia la guerra por el juego y el barro por el terciopelo. La película adapta la novela de Lawrence Osborne y tiene a Colin Farrell como protagonista absoluto. Lo vemos perdido en los casinos de Macao, rodeado de luces, humo y culpa.

Es uno de los grandes estrenos de Netflix esta semana que más curiosidad me despertaban, porque no busca la adrenalina fácil sino una historia sobre la suerte y la redención.

Me acerqué a verla sin grandes expectativas y salí con la sensación de haber visto una de esas películas que no se olvidan rápido, aunque no sean para todos.

Un estreno marcado por el azar y la caída

The Ballad of a Small Player (traducida en España como Maldita Suerte) sigue a Lord Doyle, un estafador británico que huye a Macao con una fortuna ajena. Allí intenta reinventarse entre mesas de bacará y cócteles, apostando como si cada mano borrara su pasado. Pero el azar también guarda memoria. Y allí se refugia, en el mundo del juego, intentando recuperar algo que ni él mismo sabe qué es. Desde el principio se nota que no es un thriller clásico: no hay persecuciones ni giros cada diez minutos. Lo que hay es una sensación constante de deriva, de alguien que juega contra sí mismo.

A mí me atrapó precisamente por eso. Berger no fuerza la tensión, la deja crecer. Hay una calma inquietante que te mete dentro de la cabeza del protagonista. La película avanza despacio, sí, pero ese ritmo tiene sentido: Doyle no corre, se hunde. Y ese descenso, acompañado de una fotografía que parece filmar el aire, tiene algo hipnótico.

Quizá por eso me resultó tan familiar, al jugar cada semana en casinos online españoles con licencia, me es familiar ver en Doyle esa mezcla de control y vértigo que solo dan las mesas, aunque sean virtuales.

Quién está detrás de The Ballad of a Small Player: Edward Berger y Colin Farrell

Edward Berger demuestra de nuevo su habilidad para el retrato de personajes en crisis. Después de Sin novedad en el frente, cambia el barro de las trincheras por las alfombras de casino sin alterar su mirada sobria. Su cine no busca héroes, busca seres humanos en el límite, y aquí las cartas sustituyen a la pólvora. La puesta en escena privilegia la observación, el detalle y la respiración de los planos, algo que favorece el tono melancólico de la novela original.

Y Colin Farrell encaja a la perfección. Me parece uno de sus mejores papeles de los últimos años. Interpreta a un hombre que no soporta mirarse al espejo, y sin embargo no puede dejar de hacerlo. Su Doyle es arrogante, cansado y profundamente humano. Hay escenas en las que casi no dice nada, pero lo entiendes todo con una simple mirada.

Colin Farrell angustiado mirándose en el espejo en en una escena de The Ballad of a Small Player en su personaje de Lord Doley

Foto: fotograma del tráiler de la película The Ballad of a Small Player de Netflix

En redes ya se comenta lo de Colin Farrell desnudo en varias escenas. Es cierto, pero en contexto no suena a provocación. Es una manera de mostrar que el personaje ha perdido todo: ropa, orgullo y suerte. No hay morbo, hay verdad.

El reparto lo completan Tilda Swinton, Jason Watkins y Rinko Kikuchi. Swinton brilla como siempre, etérea y enigmática. Kikuchi aporta la calma que equilibra toda la historia. Son secundarios de lujo que hacen que la película respire.

Dónde y cómo ver The Ballad of a Small Player

Está disponible desde hoy, 29 de octubre de 2025, en Netflix su nuevo estreno The Ballad of a Small Player. Dura algo más de hora y media y puede verse doblada o en versión original. Yo recomiendo la original: el tono de Farrell y los silencios de Swinton ganan mucho.

La fotografía de James Friend, el mismo de “Sin novedad en el frente”, es una delicia. Los casinos, los neones y los pasillos de hotel están filmados con una elegancia que recuerda al cine de los 70. Hay planos que parecen cuadros. Macao se convierte en un personaje más, entre el lujo y la descomposición. Todo brilla, pero de una forma enferma.

Ganando la mesa en Blackjack Lord Doley en una escena The Ballad of a Small Player

Foto: fotograma del tráiler de la película The Ballad of a Small Player de Netflix

Netflix ha apostado fuerte por la producción internacional, y aquí se nota. El rodaje combina localizaciones reales con interiores cuidados al milímetro. No hay exceso visual, solo atmósfera. Y eso se agradece.

Qué diferencia a The Ballad of a Small Player de otros estrenos recientes

La gran diferencia está en el tono. Mientras otros thrillers de Netflix se basan en giros y ruido, esta película confía en el silencio. Berger filma el azar como algo inevitable, no como espectáculo. Me recordó por momentos a The Lost Daughter o The Power of the Dog, donde el conflicto es interno y la tensión no grita, respira.

No es una película pensada para ver con el móvil al lado. Necesita tu atención. Si entras en su ritmo, engancha. Si esperas algo tipo Reptile o Pain Hustlers, probablemente te parezca lenta. Pero a mí me parece valiente: en una plataforma que lanza decenas de estrenos al mes, The Ballad of a Small Player se atreve a no parecerse a ninguna.

Primeras impresiones y recepción inicial

Lugares de estreno de la película The Ballad of a Small Player

Foto: fotograma del tráiler de la película The Ballad of a Small Player de Netflix

Las primeras críticas que llegaron del Festival de Toronto ya situaban a The Ballad of a Small Player entre los títulos destacados. The Guardian habló de “una historia de culpa filmada con elegancia”, y Variety destacó el trabajo de Farrell como uno de los más sólidos de su carrera. No me extraña. Es de esas interpretaciones que no se notan, que se sienten.

Yo la vi sin prisa, una noche tranquila, y noté que al terminar necesitaba silencio. Pocas películas lo provocan hoy. No hay moralejas explícitas, ni discurso grandilocuente. Solo la sensación de haber acompañado a un hombre en su última apuesta. Quizá eso sea lo que la hace especial: que habla de ruina, pero también de redención.

El papel de Netflix en este tipo de lanzamientos

The Ballad of a Small Player encaja en la línea que Netflix parece estar explorando este año: combinar cine de autor con nombres reconocibles. Después de Atlas 2 o de comedias más comerciales, necesitaban un estreno así, algo más reflexivo y con peso visual. Berger aporta prestigio, pero también coherencia.

Como espectador habitual de Netflix, me alegra ver que recuperan espacio para este tipo de películas. No están pensadas para todos, pero amplían el catálogo y dan oxígeno. Ojalá sigan apostando por cintas que duren más en conversación que en tendencia.

Ver algo así en una plataforma de streaming, con la libertad de pausarlo y retomarlo sin perder su esencia, demuestra que el formato no está reñido con la profundidad.

Conclusión: por qué merece la pena verla

The Ballad of a Small Player no es una película de sobremesa ni un thriller de pausa corta. Invita a mirar despacio y a escuchar lo que no se dice. Merece la pena para quien disfruta de historias donde el conflicto interior pesa tanto como la trama, para quien quiere ver a Colin Farrell en uno de sus trabajos más humanos y para quien echa de menos un cine donde perder también tiene una forma de belleza.

Mi recomendación es verla sin distracciones, sin multitarea, dejando que la atmósfera haga su trabajo. El viaje no es cómodo, pero sí honesto. Berger sugiere que en el juego de la vida a veces la única victoria posible es aceptar la derrota y hacerlo con cierta dignidad. No es una moraleja grandilocuente, es una observación serena. En una época de estímulos constantes, películas así recuerdan que también hay poder en la calma.

Daniel Castillo

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